sábado, 2 de enero de 2010

Non, je ne regrette rien ( el optimismo)


No. Nada de nada. No, no me lamento de nada. Ni del bien que se me hizo ni del mal. Ni de las risas ni de las tristezas. Eso ahora me da igual.


No, nada de nada. No, no me arrepiento de nada. Lo hecho, lo dicho... todo eso ya lo he pagado. Lo he barrido. Lo he olvidado.


No, nada de nada. No me lamento de nada. Ni de mí, ni de nadie. No vivo en el pasado, ni de futuros que se empañan.

No, nada de nada. No me explico nada. Algo ha cambiado sin cambiar nada, el año nuevo encontró algo sin haber perdido nada.

No, nada de nada. No ha quedado nada. Vuelvo a empezar de cero. Vuelvo a recuperar el optimismo, todo lo que añoraba.



En francés, con su musicalidad y perfección melódica, creó con palabras similares una canción. Alteré la letra, porque no es exactamente lo que quería decir. Aunque se puede pensar en un primer momento, no quería hablar de amor en absoluto, si no de optimismo. Al fin y al cabo, los dos conceptos comparten ideas.

Nadie entiende en este momento qué estoy diciendo. Mejor; no creo que dé explicaciones. No, no estoy enamorado, ni borracho, ni drogado. Seguramente alguien que esté leyendo esto, sabrá a qué me refiero. Sí, soy más raro que un perro verde. Lo admito. Resumámoslo en que tengo una alegría que me desborda, algo que había perdido hace meses, por diferentes caprichos de la vida. Vuelven las entradas de viajes, desaparece el pesimismo subliminal y vuelvo yo, a fin de cuentas. Mejorado o empeorado, quién sabe. He perdido algunas cosas y a algunas personas por el camino, pero he ganado otras tantas y creo tener una idea de lo que me rodea. Al final eso es lo que queda, señores.
Anhelaba recuperar el optimismo. Nadie alcanza a saber, ni se puede hacer una idea de cuánto lo necesitaba.



(Escuchen la canción y se quedarán mudos)


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