miércoles, 14 de octubre de 2009

Belle Époque (o alegría de lata).


En 1909, nos iba la Belle Epoque. Nos iba la industrialización, nos iban las ideas de principio de siglo. Nos iban las revoluciones, el Ford T y los primeros aeroplanos. Nos iba la colonización y el imperialismo. Nos iban los sombreros de hongo y el metro. Nos preocupaba la hambruna de medio mundo. Nos iban las primeras manifestaciones, los ideales, luchar por los derechos que aún no se reconocían. Nos iba ir de modernos con la electricidad, el socialismo en pañales y el sufragio universal. Nos iba leer periódicos con la esperanza de un mundo mejor.


En 2009, nos va la Época de la Deshumanización. Con sus más y con sus menos. Desde Enero hasta hoy. Nos va el rechazo a la guerra de Gaza en Navidades, al golpe de estado de Honduras en Junio. Nos impresiona el asesinato de una iraní frente a las cámaras de televisión por decir lo que piensa; ya no tanto la hambruna en África. Nos asusta el peligro a una pandemia de la gripe A, aunque seguimos dándonos la mano. Nos concienciamos del cambio climático, pero no perdonamos usar el coche como antes. Nos llevamos las manos a la cabeza con las encuestas sobre la pobreza en el mundo, pero no damos ni un duro al indigente de la esquina. También nos va ir de modernos, aunque esta vez con la globalización y los Ipods venidos de India . Nos va cambiar de canal, aunque aún conservamos la esperanza de que todo mejore.


Nos va, nos fue y nos irá en el 2010 el consumismo puro. Desbordarnos con tonterías. Nos va la depresión fácil de psicólogo interesado. Nos va la tristeza caprichosa o incluso inducida. Nos va el "yo también quiero". Nos va callarnos las injusticias del otro, nos va quejarnos si se atreven a fastidiarnos. Nos va comer (y fumar) chocolate contra el subnormal de turno. Nos va gritar, nos va la deshumanización. Nos van las listas del INEM. Nos va un "genial" cuando es un "hoy bien". Nos va la depresión post-vacacional, la felicidad de San Viernes. Nos va la obsesión con el futuro, nos va olvidarnos del presente. O viceversa. Nos va la sonrisa de quita y pon.
Nos va la vida programada al milímetro, o quizás sólo nos va la vida. Nos va correr al trabajo. Las hipotecas a 50 años. Las denuncias baratas. La belleza. La felicidad. Las aparentes, eso sí. Porque a apariencia se reduce el mundo. Todo es aparente. Ni la sonrisa es de felicidad desbordante, ni la lágrima de completa desesperación, ni los ojos de enamoramiento absoluto. Nos va que la autenticidad desaparezca, como se esfuma el hielo de Groenlandia. Nos va comprarnos un sucedáneo que sustituye a la pureza: el sucedáneo de la vida. Y es que ya no nos va la Belle Epoque. Nos va la alegría de lata.

1 comentario:

Trece dijo...

Riestra, te has superado. Yo lo pondría en el tuenti también. De lo mejor que has escrito, y eso que has escrito mucho y muy bien. ;)

Felicidades!