domingo, 15 de noviembre de 2009

Recuerdos de Bombay.


- Jugar al tira y a floja no entraba dentro de mis planes.



Estaban sentados en una cafetería pintoresca del centro de Bombai, cerca del imponente hotel Taj Mahal. Aquel día el sol abrasaba a millones de hindúes y turistas que atravesaban la ciudad.



- ¿Ni blanco ni negro?



- Gris - respondió, apesadumbrado.- Siempre pensé que existía un principio y un fin en casi todas las cosas.



- Ciertas cosas sólo tienen dos opciones - comentó.- Sí o no. Nunca se me ocurrió que hubiese algo intermedio.


Se secó el sudor de la frente con un pañuelo de algodón fino, ya empapado. Aquella tórrida mañana de más de cuarenta grados iba a acabar con él.



-Pero al parecer estabas equivocado.



- Todavía hay que aprender mucho, supongo.


- Los finales son necesarios. Lo sé. Nada dura para siempre. Ni las vacaciones, ni las personas, ni los amores, ni nada - comentó, mientras revolvía el café.-Pero siempre que se puede evitar, se retrasa la llegada del adiós, se intenta disfrutar hasta el último momento. Nadie piensa en los finales; yo no soy una excepción.



-Pero aunque muchas veces duelan, son necesarios - replicó el anciano.- Son una fase más.



- Tenemos agendas, en las que programamos hasta el último minuto del día a día. Dos días en un hotel de ensueño, una hora para comer, media para hablar con alguien...


- Estamos más habituados de lo que pensamos a que se nos acabe todo. Es que lo que nos confunde, lo que nos extraña... lo que nos rompe los esquemas, son las cosas que no se acaban cuando deberían.



- Es probable que sea por cabezonería- reflexionó, apurando los últimos sorbos de café.- Puede que todo siga igual por inercia o por vaguería. No, no es por eso.


-Estamos (mal) acostumbrados a poder optar casi siempre por lo que queremos. Cuando no se nos da esa opción, hay quien se cabrea. Otros se frustran. Parece una injusticia, pero sencillamente hay cosas que se escapan al control de uno.



- Quizás por eso ahora surgen opciones que antes nadie se planteaba, porque parecían imposibles. Es todo por afán de control, de ser dueño de la situación... ¡Conformarse, siempre conformarse!

- ¿ Mejor medio que nada, no?
- Puede. Quizás siga todo igual por miedo a perder lo que queremos.
- Eso no está mal, chico.
- Sí. No está mal para un cobarde.

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