miércoles, 6 de enero de 2010

La canción de una vida.







Al oír el punteado de las cuerdas, el sollozo desaparecía. Tenía apenas unos meses. Su cuerpo era poco más grande que los muñecos. Su cabello, aún escaso, adquiría tonalidades doradas a la luz del Sol. Durante años sería rubio, aunque hoy día cueste creerlo. El niño se quedaba impresionado al oír aquella melodía, aquel regalo auditivo. Así lo contaba su madre. Para ello su padre siempre puso a los mejores en el tocadiscos viejo.

El sonido era diferente. No, no era un músico de los de ahora. En su melodía no había voz. No había distorsión. Ni efectos añadidos. Sólo música, pura y dura, de esa que hace saltar las lágrimas cuando se escucha. Melancólica o alegre, depende como se mire. La mezcla de sonidos, tan diferentes, pero tan hermosos, emanaban fuerza por doquier. Tocaban el alma, rozándola suavemente con sus notas. Podía sentir como si estuviese allí mismo, entre las lomas brumosas de Irlanda. O entre sus acantilados enormes, sintiendo el embiste del mar embravecido. Sentía la humedad. El frío. Un frío helador, congelante, pero a la vez familiar. Olía la naturaleza y el misterio que desprendía. Sentía a los gaiteros detrás de su nuca, casi podía tocarlos.

Aquello trascendía de oír. En realidad tenía el corazón en un puño y el alma en el otro. Su padre no necesitó decirle que era lo que se sentía al escuchar aquella música porque, por algo extraño, sabía que él lo sabía. Compartían un secreto, un secreto que es incomprensible o estúpido. No sé. Quizás no sea tan buena, como dicen en filosofía, "las cosas para nosotoros no se presentan como tal, si no que les asignamos otros sentimientos". Quizás es que la ha escuchado toda su vida y es por eso que significa tanto. Ni idea. Pero aprendió a amar la música y siempre se quedó con la copla de esta canción. Esa melodía, a partir de ahí, siempre estuvo presente, antes de todos los acontecimientos importantes de su vida. Y, ¿saben qué? le levanta la moral de una manera sobrenatural. No sé si me entienden.

Mark Knopfler, Bob Dylan, Bruce Springsteen, Eric Clapton, Dire Straits... Para él, sus canciones no son recuerdos, si no que forman parte de ellos. No, él no va de moderno ahora diciendo que sabe de éste o de otro. Es que siempre estuvieron en su vida, en mayor o menor medida. Créanme o no. Están en su derecho.



Curiosamente la canción se llama "Father and Son" (Padre e hijo). Ésta no es mi preferida. Es la mía, que es diferente. No sé si lo pillan. Espero que sí. ¿Y la tuya?

http://open.spotify.com/track/0yhdZRGgymP5hLJYnE8qM0 (mejor en spotify, el youtube no sólo tenía un par de versiones no muy buenas).


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