viernes, 15 de enero de 2010

Où est Bergerac?


Cuando llegué a la casa en medio de la noche, eran las dos de la mañana. Helaba, la temperatura era de diez grados bajo cero. A esas horas ya debería estar dormido, sobretodo en un lugar como aquél. En la campiña francesa oscurecía pronto y la gente se iba a dormir hacia las nueve.



Con la ausencia de luz, la mansión adquiría tintes fantasmagóricos. Un gato salió corriendo en cuanto abrí la puerta de la casa. Era extraña, muy tétrica a aquellas horas. Las sábanas colocadas encima de los muebles para no mancharlos durante las reformas, me recordaban a los viejos caserones abandonados. Los techos medían más de cinco metros de altura. Además , las puertas no tenían manecilla: cada uno tenía la suya propia, con su propio nombre y la encajaba en la puerta que quisiese abrir. Así no necesitaban pestillos ni nada. Me pareció muy curioso.



Bergerac es una población del centro de Francia, en el extremo norte de Aquitania. Atravesado por el río que lleva el mismo nombre que su provincia, el Dordogne, es la patria del famoso Cyrano de Bergerac. Se encontraba a unos veinte kilómetros del pueblo en el que vivía Thibaut, mi "corresponsal" como dicen los franceses. Debía atravesar una carretera torturosa para llegar y con la madre de Thibaut al volante me llevé más de un susto. Íbamos sin cinturón, con el pequeño de la familia sentado en el maletero de la furgoneta, ya que no había asientos suficientes.Todo esto a 100 kilómetros por hora, en una carretera en la que no se podían superar los 40. Casi me habría sentido más seguro con un ciego como conductor.
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Maison la Boetie, Sarlat.



En los alrededores de Bergerac, se encuentra Sarlat. Es uno de los sitios preferidos por los turistas para pasar sus vacaciones, ya que está muy bien conservada como una ciudad medieval. Es la ciudad de Europa con más monumentos catalogados por hectárea, gracias a que se conserva intacta. Edificios de piedra, calles estrechas, murallas, un mercado al aire libre... En verano, además, los artistas toman la calle con sus actuaciones.






Los adolescentes franceses no son, ni mucho menos, tan estirados como piensan algunos. Hacen cosas parecidas a los españoles: ir a discotecas, a la bolera de vez en cuando, beber, emborracharse, escuchar música, salir con los amigos... aunque en menor medida, ya que en una villa como Bergerac apenas hay sitios a los que ir.
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Eso sí, no pierden la tradición en algunas cosas. Los franceses siguen queriendo ser los mejores en todo, enviando a sus hijos a colegios privados, universidades importantes... Son bastante más educados que nosotros, aunque no todos, claro. También les gusta mucho el deporte, el rugby más que el fútbol. Muchos hacen tiro con arco, que es el deporte de la zona. He de decir que yo no soy muy bueno, aunque el día que probé tuve suerte y gané.
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Por su parte, son muy amigos del pique- nique. Y cuando hablo de pique-nique, no me refiero a almorzar en el campo. Hay una "pequeña" variación. El pique nique de los franceses consiste en hacer botellón en cualquier lugar, acompañadolo de algún que otro paquete de patatas, bollería... una mezcla entre botellón y cena. Cantan, comen, hablan, hacen el bobo y también se emborrachan. Como aquí, prácticamente. En las ciudades no sé si está prohibido, pero en Bergerac la policía pasa del asunto.
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Pinturas de "Les Grottes de Lascaux"
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Una de las visitas que hice fue ver Les Grottes de Lascaux (las cuevas de Lascaux). Son una serie de pasillos a través de cavernas subterráneas, que cuentan con numerosas pinturas rupestres: caballos, hombres cazando, toros... e incluso símbolos que no se saben qué significan, como si fuesen letras. Se descubrieron hace 70 años y se cerraron en los años 60, debido a que se estaban degradando a pasos agigantados. Se realizó entonces una perfecta copia de la cueva: se hizo un molde de la original, mediante técnicas muy avanzadas, reproduciendo cada milímetro de la cueva. La que se visita en la actualidad no es la original, pero es milimétricamente igual, de materiales naturales.
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Para conocer un país, no es suficiente con visitar sus monumentos y lugares emblemáticos. Se debe conocer a la gente. Después de este viaje, me quedó mucho más claro.
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