jueves, 11 de marzo de 2010

Martes, 9 de marzo.



"Próxima estación: Nuevos Ministerios" dice una voz femenina demasiado artificial. "Correspondencia con líneas seis y diez". Din dón.


Siete y media de la mañana. Sueño. Mucho, mucho sueño. Un avión que saldría en unas pocas horas. Demasiadas horas de vuelo acumuladas que, tras una semana de playas y hotel con piscina, empezaban a repercutir.


El tren comenzó a abarrotarse de gente. Vaya día. La ciudad de Madrid, como cualquier otra día laborable, se llenaba de atascos y los medios de transporte iban llenos.


Hacía un frío tremendo. Mataba el tiempo trazando dibujos sobre el cristal empañado con el dedo. Las yemas se me congelaban.


- Esta es una de las cosas por las que no hecho de menos Madrid. Tanta gente, tanta prisa, tanta... ¡ Agh! Qué estrés - decía mi madre.


Las maletas se nos escaparon con una parada brusca del tren, así que tuvimos que agarrarlas para no molestar. No había mucho ruido en el vagón. Todo el mundo miraba el periódico o escuchaba música. Ejecutivos, oficinistas, estudiantes, jubilados que cuchicheaban... Una chica permanecía quieta, impasible al entorno que le rodeaba, mientras leía Cien años de soledad. Me acordé porque en aquel momento me pareció chocante que alguien tuviese el mismo libro que yo en casa. A los doce años no se sabe mucho ni de literatura, ni de nada.


"Próxima parada: Estación de Atocha. Correspondencia con líneas: siete, nueve, dos, cuatro, uno". Din dón. Se abren las puertas automáticas. La marabunta, ansiosa y con prisa bajó en tropel y con ellos nosotros mismos. Aquel día, aquel 9 de marzo de 2004, era un día como otro cualquiera. Rutina. Rutina urbana. Pura y dura. Nadie podía suponer que algo pudiese alterar esa rutina diaria. Nadie suponía que apenas cuarenta y ocho horas después, la línea de tren que acababa de coger, saltaría por los aires. Jamás se me llegó a olvidar aquel martes. Aquel 9 de marzo.

1 comentario:

Trece dijo...

Y que no se nos olvide, que permanezca eternamente en nuestra memoria para saber diferenciar lo bueno de lo malo, la luz de la oscuridad. Porque el maniqueísmo está presente por doquier.

Ahora sé porque quiso el destino que tú viajases dos días antes ;)