domingo, 13 de junio de 2010

18. Mis 18.

Hoy no puedo cumplir dieciocho años. Imposible. El calendario se equivocó o algo así. Hoy no puede ser 13 de Junio de 2010, porque es científicamente imposible. Si ayer me levanté de la cuna y hoy aprendí a gatear... ¿Cómo voy a ser mayor de edad? ¡Ni siquiera sé andar! Pero así es señores. Dieciocho tacos. Quién lo diría.


Tengo miedo de que un plato llamado tiempo se me haya escurrido de entre las manos por mi ceguera mental. Aún no sé si se me ha caído o si lo mantengo asido con firmeza. Es raro. Parece como si hubiera permanecido hipnotizado durante las últimas cuatro semanas y repentinamiente alguien chascase los dedos y dijera: ¡eh, despierta capullo, mañana cumples dieciocho años! Y yo, aún desconcertado por la increíble velocidad rotatoria de las agujas del reloj vital, grité: ¡no mientas, aún es 13 de junio de 1992!


Pero enseguida me daba cuenta de que solo había sido un vano intento de autoengañarme y que la barba había crecido. Las cosas han pasado tan rápido que, ¡mierda!, no me ha dado tiempo a asimilarlo. Ya nadie viene a medianoche y me arropa con sumo cuidado, diciéndome "tranquilo Borja, es sólo la tormenta": en parte porque he crecido y en parte porque en esta parte del globo, ya van cinco noches sin parar de llover. Ahora quien se dedica a arropar a los demás en algunas ocasiones soy yo. Ya no somos víctimas inseguras de las que todo el mundo debe preocuparse, sino médicos inexpertos de hospital de campaña con licencia para curar.




Hoy, me he levantado algo tarde: ayer dije " qué cojones", dejé los libros para otra ocasión, y me puse a ver una película hasta la madrugada. Me acordé de quien he querido. Pa' chulo yo. He tenido mis velas, mi tarta, y mis regalos. Toda la parafernalia cumpleañera, entendámonos. Y, ¿saben? me acordé de una persona que no está ya aquí y seguro que le habría encantado estar. Suelo acordarme de él por estas fechas.




Era también su día. También el día 13 de Junio. No habría tenido problemas en dividir la alegría un poco más y darle un trozo. Pero no pudo ser. Aunque estoy seguro de que está orgulloso de lo que ve. Y alguien me dirá, ¿ pero por qué te preocupa tanto lo que piense alguien de tí? Quizás porque siempre fue como la voz de la conciencia. Esa que te dice si haces las cosas bien o si las haces mal.




Y, ¿saben? He hecho cosas mal y otras bien, pero haciendo balance, creo que me puedo dar por más que satisfecho. He cumplido mis expectativas, tanto las que salieron a mi encuentro como las planeadas. Estoy contento, realmente contento, aunque por estos textos seguro que a más de uno le parezco un maniático-depresivo que se pasa la vida llorando sus penas. ¡Que no! Que qué poco me conoces. Pero bueno, tienes disculpa. Nosce te ipsum. Conócete a tí mismo, dijo un filósofo. Si a los dieciocho apenas me conozco, no le puedo exigir a nadie que me conozca. Sería increíble. Imposible, más bien.


Dieciocho. Suena raro. Casi tanto como yo. Qué raro.
Lo que no sabéis es que yo acabo de nacer. ¡Já! Ingenuos...

No hay comentarios: