viernes, 26 de noviembre de 2010

Desapareces.

Hace semanas que, cuando llego de madrugada, los muebles no me montan un escándalo en cuanto cruzamos miradas. Convivir con un hueco de sofá frío, un armario sin uso y un taburete desparejado se volvía insoportable. Parecía estar por todas partes, en cada palabra, en cada sillón, en cada imagen.


Con el tiempo tienden a la opacidad, a ser tan inertes como antes o, por lo menos, a ratos muy largos. Detrás no se ve nada, más que lo que son. A veces pienso que no todo es el ambiente, sino la interpretación que uno hace del mismo. No sé. Es difícil decir hasta qué punto entiendo o dejo de entender y hasta qué punto puedo plasmarlo aquí. He cambiado tanto de parecer como de ropa, y eso aturde.








Nunca es fácil ser justo. Con un muerto, menos.










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