miércoles, 23 de septiembre de 2009

Cuentos chinos.

Esta pequeña historia la escuché una vez, no estoy seguro dónde. Pero me gustó. No es exactamente la misma, no me acuerdo muy bien, así que opté por escribir una que se le asimilase. Lo importante no es el cuerpo de la historia, si no lo que puedes sacar en conclusión:

"Una tarde calurosa de Agosto, una niña de unos diez años irrumpió en la tienda del señor Zhong. Era su nieta. Estaba muy nerviosa y su rostro estaba blanco.

- ¡Lao Zhong, Lao Zhong! ¡Tiene que hacer algo rápido!

- ¿ Qué ocurre niña?

- Varios pescadores han visto a la Muerte cruzando el Yangtzé en una pequeña barca. ¡Viene a por usted!

El anciano palideció, pero se recompuso enseguida.
- No te preocupes niña, mañana seguiré aquí como siempre. Sé lo que tengo que hacer.

Ella no estaba muy segura de lo que decía su abuelo. Por eso se despidió de él abrazándose fuertemente. Después, entre lágrimas, abandonó la tienda de Lao Zhong.

En cuanto ella desapareció por la puerta, Lao Zhong comenzó a trabajar. Era un experto en el arte de la escultura y sus obras eran increíblemente similares a los humanos. Así que eso hizo. Estuvo tallando las figuras durante toda la tarde y toda la noche. Utilizó sus mejores pinturas para darles color, sin olvidarse ni un solo detalle. Cuando terminó, sonrió complacido. Tenía ante sí las esculturas más perfectas que jamás había hecho. Eran exactamente idénticas a él.

Cuando la Muerte se presentó en la tienda de Lao Zhong, no esperaba encontrarse a cinco como él. Confundida, las examinó durante un buen rato, pero no era capaz de encontrar al verdadero. Entonces exclamó:

- ¡Ya he encontrado el error ! Es casi imperceptible, pero ya sé cual es.

Lao Zhong, que había permanecido camuflado entre sus copias, no pudo soportar ese insulto. Muy enfadado le espetó:

- Eso es imposible. Mis obras son completamente iguales a mí. ¡No puedo haber cometido ningún error, soy el mejor escultor de toda China!

La Muerte sonrió malignamente.

- Puede que seas el mejor escultor de toda China, porque no encontré ningún error. Pero tu ego, incapaz de contenerse y plantearse haber cometido un error como el resto de los hombres, ha superado a tu perspicacia. Eso es lo que demuestra tu imperfeción. Y eso es lo que te ha delatado como el auténtico Lao Zhong."
´
A veces, el ego es irrefrenable y también nuestra propia perdición. La necesidad de decirlo todo, de que los demás reconozcan nuestras virtudes continuamente, de sentirse superior al resto y ( en gran parte) la estupidez humana, nos perjudican cuando creemos controlar la situación. A veces es más sabio callar.
´
P.D: Con dos publicaciones reflexivas seguidas, rompí la racha de textos de viajes. Escribiré más, en cuanto se esfume la mala leche que tengo últimamente. Por cierto, la reflexión también es mía ( viva el ego).

No hay comentarios: