sábado, 19 de septiembre de 2009

La familia lejana portuguesa.


Paseando por Alfama, el barrio más antiguo de Lisboa, te puedes encontrar de todo. Presidido por el Castelo de São Jorge, es un punto interesante para hacer turismo. Si quieres ver un buen paisaje, te acercas al mirador Das Portas do Sol. Si lo que quieres es comer, entras en alguno de sus numerosos restaurantes. Si quieres admirar su arquitectura, las iglesias y casas típicas las encuentras por todos lados. Hay un ambiente familiar, que me recuerda a los pueblos de Castilla.


Caminando por sus calles, te das cuenta de que Lisboa está más españolizada que nunca. La gente estudia español, el que no lo habla lo entiende, los andaluces campan a sus anchas por el casco antiguo, y el Corte Inglés ya invadió medio Portugal.


Hace no mucho, hicieron una encuesta en el país sobre una posible unión con España. La mayoría, como era de esperar, lo rechazaba. Sin embargo 3 de cada diez lo aprobaba. Aunque es un porcentaje pequeño, es significativamente importante. Incluso el escritor José Saramago se mostraba simpatizante de la idea, llamando a la futura nación "Iberia" ( sí, como la aerolínea). Pero...¿podrían realmente funcionar los dos países juntos?


Las diferencias culturales son pequeñas. El portugués es un idioma muy parecido al nuestro, ambas son lenguas romances. El famoso fado es para los portugueses lo que el flamenco a los españoles ( si bien a muchos no nos gusta, entre los cuales me incluyo). Las casas, las ciudades, los rasgos de la gente, la música, el idioma, la religión, la cultura... todo. Recuerdo haber visto en la habitación de mi hotel a "Los Almeida", la versión portuguesa de "Cuéntame cómo pasó". Hasta las series de televisión son las mismas.


No estoy seguro de si funcionaría la utópica Iberia. Sería un proceso difícil, en el que los portugueses sentirían perder su identidad como pueblo al unirse a un país mucho mayor, si bien no hay un sentimiento de inferioridad con respecto a España. Lo que sí sé es que las dos culturas están más unidas de lo que pensamos. Da qué pensar cuando se ve a Portugal como el " vecino pobre" y inferior a nosotros.

Yo mientras tanto seguiré yendo, a probar su sopa de verduras, a bañarme en las playas del Algarve y a disfrutar de las vistas del Tajo en la eterna Lisboa.

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