sábado, 7 de noviembre de 2009

Quelque rêves parisiennes.


Este mundo me ha vuelto a enseñar lo que jamás debió mostrar. Quizás hay lugares que no debería ver jamás el ser humano, porque queda extasiado contemplándolos, deseando que el momento nunca acabe. No es justo que haya maravillas así, desperdigadas por Europa. Ciudades en las que viviría una y mil veces, pero que se queda en un recuerdo cuando cojo el vuelo de vuelta.

La perfección no existe, pero París la roza. Sus edificios, sus calles, el Arco del Triunfo, Les Invalides, Los Campos Elíseos... hasta la musicalidad al hablar. París es aquella noche gélida de invierno, en la que el Bateau Mouche surcaba las aguas al compás de una melodía con sabor a Edith Piaf. Lentamente, atravesaba las zonas más filmadas del río más famoso del mundo, en un paseo por el auténtico Paraíso Terrenal. No es ninguna exageración, la ville no se merece otro calificativo.

Aquella noche invernal, elevé mi mirada hacia el cielo, en busca de una vieja amiga. Comenzó a nevar y el frío era insoportable. Una brisa soplaba, entrando por los huesos y helándolos uno a uno. Pero hubo premio: allí estaba ella, como siempre. La Gran Dama de Oro se alzaba ante mí, como siempre imponente. Era la torre Eiffel, protagonista de mil y un sueños, películas, y esperanzas. Tan sólo sus cuatro patas la atrapan en este mundo. Más divina que mundana, ha enamorado a generaciones enteras. Fueron un par de minutos los que decidió mostrarse, para luego desaparecer lentamente tras los edificios de Saint Germain.

No hay, ni habrá, ningún lugar con tanto encanto. París es un cuadro gigantesco. Ni las seis veces que ido son suficientes para verla. Es un monumento vivo de diez millones de almas. Una obra maestra de arte que millones de franceses afortunados atraviesan cada día, sin pararse a contemplarla. París es París, hay que verla para sentirla, porque no se puede comparar con nada a este lado del Atlántico.

2 comentarios:

Trece dijo...

Muy bueno, muy bueno. París no es la ciudad del amor, es la ciudad que enamora.

Lucía Robledo dijo...

París es la única ciudad que sin conocerla ya te enamora y una vez que la conoces no quieres separarte de ella.
Genial entrada.