domingo, 8 de agosto de 2010

Mierda

Se me han ocurrido unas cuantas cosas que escribir. En serio lo digo. Pero la mayoría son palabras sin ninguna eficacia real y, la verdad, no me apetece descargar sobre un teclado tonterías que no sirven para nada. Entonces, ¿para qué sigo pulsando las teclas? No me pregunten a mí, porque no tengo respuesta.


Escribir cosas como esta me hacen replantearme mis propias capacidades, sobre todo cuando vuelvo a leer estos textos al cabo de unas semanas. No me gusta leerme a mí mismo. Siempre le encuentro errores y, seguramente, tiene más errores de los que yo veo. No está bien tener el portátil a mano cuando estás cabreado . Qué decir si tienes un blog/flog/fotolog/lo que sea, en el que toda tu mierda cerebral queda grabada sobre millones de kilobytes a disposición de Google. Un suicidio cibernético. Vaya.


Este blog no nació con la intención de ser un basurero de desperdicios mentales, pero cada vez se parece más a eso: a un vertedero. La culpa la tenemos mi incontinencia verbal y yo mismo. A partes iguales, fíjate tú. Empezé bien, o eso creo yo, hace algo más de un año. Escribía sobre viajes, desde la subjetividad que me proporcionan mis experiencias por ahí. Después, lo adulteré un poco hacia octubre (qué poco duran las buenas intenciones, ¿no?) y terminó siendo un desecho hacia diciembre.


A partir de entonces, intenté limpiarlo varias veces. Pero había demasiada mierda. Así que la mierda se fue acumulando, poco a poco, hasta que alcanzó unas proporciones gigantescas. Más o menos como está ahora. Y no me da asco, sino pena. Pena porque creo que pierde el tiempo diciendo cosas de una importancia ínfima. Minúscula, diminutísima. De mierda, sí. Una importancia de mierda. Quizás es esa la valoración que tengo de lo que cuento en este momento; luego me da por cambiar de opinión. Entonces vuelvo otra vez y vuelta a empezar. A ensuciar se ha dicho. La escritura y yo tenemos una relación de amor-odio bastante difícil de describir. Y de obviar. Como todo lo mío.


Pero bueno, como dijeron Chavela Vargas y Sabina en una canción, que el fin del mundo me pille bailando. Tendrán que aguantarme un rato más. Solo hasta que se harten (¿más?).



Gracias por cabrearme tanto. Sin gilipollas por el mundo no sería lo mismo.

No hay comentarios: