miércoles, 8 de septiembre de 2010

Leonard Cohen en Florencia.





Sí, lo confieso. Yo también vi el concierto de Leonard Cohen por la cara. No pagué ni un solo euro, a diferencia de los que pagaron treinta y cinco, y pude escucharle perfectamente en un ambiente incomparable.








El lugar escogido fue la Plaza de Santa Croce, donde se concentraron miles de personas. Los interraileros que lo lean, si es que alguno lee esto, sabrán de qué lugar hablo: estaba a pocos metros de la casa de Marcelo (a la que, por cierto, también le hice una visita), el "queridísimo" dueño de nuestro hostel.



Dado que el concierto se daba en un lugar público, se decidió cerrar el acceso a la plaza unas cuantas horas antes.



- Excuse, ma non poso lasciare ingresare -
me dijo un policía que vigilaba la entrada.




Pero, ¡ay!, qué suerte. Alguien no muy listo no se dio cuenta de que, desde una callejuela, se podía oír (aunque no ver) perfectamente el concierto. En Florencia hay muchas de estas calles: estrechas, empedradas, de edificios pequeños y antiguos, todas ellas con ventanales cerrados a cal y canto con contraventanas.







Apenas estábamos a unos diez metros del graderío, así que no hubo problemas. Además, allí había un par de cafeterías y un pequeño restaurante, por lo que el problema del abastecimiento estaba resuelto. Cené una pizza de atún y la verdad es que me supo a gloria. Yo creo que todos esos negocios debieron hacer su agosto.





No le pude ver mucho, pero sí algo. La gente abrió unas cortinillas negras que impedían ver el escenario, así que pude verle en vivo y directo al menos durante unos minutos. A las diez y media terminó, lo que me decepcionó bastante, porque el público italiano no fue capaz de que el canadiense hiciese un bis. Como en España en ningún sitio, está claro.









Duró aproximadamente dos horas, en las que se pudo apreciar que Leonard Cohen, a pesar de sus 76 años, sigue en plena forma. Su voz sigue siendo tan rasgada y profunda como siempre. El mítico "First we take Manhattan" no pudo faltar, así como el inolvidable "Allelujah", con unos coros tremendos. "Suzanne" fue otra de las canciones de aquella noche. Comida, bebida, buena música, buen tiempo, una ciudad italiana... ¿hace falta más?




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